martes, 21 de agosto de 2007

La Santa Madre Banca




Hoy la banca es la dueña de tu vida... bueno... y de la mía. Hoy la gente ya no se casa, hace hipotecas que son más contundentes. En los juzgados te casabas hasta que el divorcio os separaba, en la iglesia se alargaba hasta la muerte, pero con las hipotecas a 50 y 100 años llegan las uniones por generaciones, es decir que quedáis unidos hasta que tus tataranietos pagan el último plazo de tu “pisito” de 30 metros.
Tu vida, desde que naces, está marcada por el banquero de turno. Hoy las parejas ya no deciden su vida en una consulta de planificación familiar, lo hacen, si tienen alcurnia suficiente, en el despacho del director de su agencia bancaria. Si la alcurnia es menor ya sirve el subdirector y los de clase baja directamente en ventanilla.
Las bodas de hoy no tienen grandes banquetes, pero no están exentas del boato que daba la iglesia.

Señoras y señores.
Nos hemos reunido en mi oficina para unir a esta pareja en una cómoda hipoteca a setecientos años.
Inmaculada García Prieto, ¿quieres firmar esta hipoteca junto a tu pareja y sobre la línea de puntos?
Jacinto Ubiña Cantalejo, ¿quieres firmar a continuación?
El seguro y las primas también, ¡por favor!
Si alguno de los avalistas aquí presentes tiene algo que objetar, que objete ahora y si no que firme en el recuadro anterior.
Ahora, si las han traído, pueden ponerse, los hipotecarios, las argollas con piedras en el cuello.
...
Por el poder que me confiere la banca española, yo os declaro hipotecario e hipotecaria...


Inmaculada y Jacinto tuvieron suerte y un día les tocó la lotería, pudieron pagar lo que les restaba de hipoteca y el piso fue suyo, pero eran demasiado viejos y debían recluirse en un asilo pues no podían valerse por si mismos. El banco, pensando sólo en ellos, les hizo una hipoteca inversa con la que pagar la manutención de sus últimos días, mientras el piso pasaba nuevamente a poder de la entidad bancaria.

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